DARKTHRONE: Abrazados al atavismo

Este es el momento en el cual se está notando el abismo con más nitidez. El abismo diferencial en los caminos optados por mentores de un género, por nuevas generaciones y por intermedios. Si bien Darkthrone es un grupo que no tiene punto medio (lo odias o lo amas), hay cosas que siempre se pueden destacar. Pero cada vez más mismas características son sumamente difíciles de encontrar en comparación con el tsunami de nuevas posturas que evocan a un pasado con brillantes composiciones. Resulta que los muchachos Nocturno Culto y Fenriz están abusando de un recurso.

Es claro el amor que sienten por Hellhammer/Celtic Frost e incluso composiciones con cuerdas más Doom como hasta Pentagram y un poquito de Black Sabbath, pero por momentos llega a ser molesto. Molesto porque está bien brindarle tributo a los creadores, pero ya es extremo querer calcar al pie de la letra absolutamente todo, y a su vez repetir los recursos. Si bien este trabajo no es malo, tiende a ser aburrido.

Darkthrone dejó la crudeza de lado, hace muchos años, dejó el «Transilvanian Hunger» y el «Panzerfaust» guardados en el cajón, el vuelco fue tan marcado que incluso hasta la fecha se sigue rememorando esos trabajos y otros como pilares del Black Metal. Hoy en día y cada vez más acentuada está la propuesta de hacer algo viejo, sonar viejo, no hacer nada distinto e intentar modificar lo menos posible las composiciones.

El álbum comienza con el lúgubre ambiente de «His Masters Voice» con una vibra nostalgica a más no poder, cabalgata rítmica en la batería y un riff corto, básico. El track difusión de este trabajo editado por Peaceville fue «Hate Cloak» con su postura más Heavy Doom, llevado a lo menos jugado, a la menor modificación posible de riffs y cortes de platos que hayamos escuchado a principios de los 80s, sumamente predecible y repetitivo.

La extrañamente titulada «Wake of the Awekened» que de haber salido en 1984 sería una bomba épica cruda mixtura de los antiguos Sabbath con Celtic Frost, pero que en 2021 es ya atavismo puro. No es malo, es aburrido; no es despreciable, simplemente cansa escuchar un tema sumamente predecible que los cambios drásticos que tiene son unos sutiles sintetizadores para darle una pizca de oscuridad y el resto algo que mantiene regularidad.

«Voyage to a Northpole Adrift» que nos engaña un poco en su comienzo pero que rápidamente es envuelta por el espíritu reinante en toda la placa, que incluso así tiene los momentos más variopintos del disco aunque con una duración excesiva. Para el cierre «Lost Arcane City of Uppakra» poco más densa y con unas leves sombras de un pasado no tan Doom, que rápidamente son erradicada para volver al punto de creer estar escuchando alguna copia a Candlemass.

Este álbum le puede chocar incluso a los fanáticos de Darkthrone, porque se asienta más lo creado por ejemplo en «Old Star». De esto no van a salir, y es contradictorio pero el pasado ha muerto para ellos, su pasado. Es claro que no buscan ningún riesgo. El rótulo de Black Metal acá no va, y no es un pecado ni una herejía! No! Simplemente es una muestra de que el nombre por si solo vende, cuando el producto no tiene absolutamente nada que te pueda llamar la atención que hace 30 años no lo hubiera hecho.

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