CRAVEN IDOL: una Joya de Violencia

Hay una línea muy sutil entre la bola de sonido inentendible y la violencia aceptada por la masa, donde se acepte así la continua agresión desmesurada para algunos agradables para otros. Este es el caso del nuevo trabajo de los underground Craven Idol, que con su postura licuadora donde el Thrash se une en tormento voraz con el Black, dando como fruto un disco sumamente violento.

Quizás la cuota necesaria de violencia para afrontar la semana o incluso más, ya que este 3.º trabajo es un nuevo recordatorio de que no todo tiene que ser endulzado a los tímpanos, que la furia se puede transmitir por los parlantes.

El álbum comienza con la patada a la rodilla llamada «Venomous Rites» rápida, sin permisos, sin miedos, con el ambiente profundo de los comienzos del género, y con producción de sonido que acompaña la idea, se mantiene durante todo el disco. «The Wrath of Typhon» con ese riff ultra escuchado, nada original, para nada, pero tampoco es la idea, sino que se quiere apoderar de nuestra atención con la furia y no con la técnica en si.

«Iron Age of Devastation» es literalmente devastación, el repique del redoblante se introduce en nuestra mente, la estructura del track es un viaje al pasado, con lugares comunes, con sonido anticuado, pero nada negativo.

Nos puede chocar por momentos la intensidad, ya que por momentos podríamos esperar alguna variante mayor, algún vuelco a la postura, y eso no se logra, directamente ni se busca por parte de Craven Idol, incluso en la pieza más larga del disco «Deify the Stormgod» de 9:23 y en el cual solo se notan pocos cambios rítmicos, algunos pasajes tirando hacia la épica con el emblema brillante del Maligno y no mucho más. Esto es atractivo, es potente… para espíritus curtidos, para personas que lo hayan escuchado tanto en Destroyer 666, como en Desaster o como en Goatwhore pero sin la carga melódica de estos últimos.

No es un sub-género que cuente con la aprobación masiva, pero si con radicales fanáticos a los cuales este trabajo les va a caer como anillo al dedo. Si usted no es asiduo escucha de la rama más veloz «motorhead-con-esteroides» del Black Metal, no se lo recomiendo; de lo contrario, es una joya de violencia.

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